El sistema musculoesquelético del cuerpo humano se encuentra conformado por distintos elementos encargados de darnos sostén y movimiento. Uno de ellos son los ligamentos, bandas de tejido conectivo capaces de unir un hueso con otro adyacente en el periostio.

Las fibras de colágeno son el componente principal de estos haces y se caracterizan por ser extremadamente flexibles y resistentes ante estímulos intensos como tracciones o compresiones, gracias a su especializada disposición en fascículos paralelos que aumenta la fuerza individual de cada fibra, lo que a su vez permite la realización de movimientos fisiológicos e impide los lesivos. 

De ahí que los daños más comunes se relacionen con traumatismos como, por ejemplo, esguinces o roturas parciales.

En cuanto a sus funciones básicas, las podemos resumir en:

• Moderar la amplitud y forma de los movimientos: como lo mencionamos anteriormente, los ligamentos se encargan de proveer soporte a cualquier tipo de tensión aplicada, evitando protusiones o lesiones producidas por movimientos no anatómicos mediante la estabilización de los extremos articulares.
• Contribuir a la propiocepción: a través de múltiples terminaciones nerviosas, los ligamentos envían información necesaria sobre su posición, para que de esta manera, el sistema propioceptivo pueda determinar en qué lugar exacto del espacio se encuentra ubicada cada parte de nuestro cuerpo. Es así como el cerebro determina los grupos musculares que debe activar inmediatamente para prevenir posibles daños.

De cualquier modo, siempre hay que tener en cuenta la naturaleza distinta de cada cuerpo, ya que tanto la genética como la edad y el estilo de vida, influyen en las características de los ligamentos. Sin embargo, para preservarlos en un estado óptimo, recomendamos mantener un peso corporal adecuado, realizar ejercicios de estiramiento a diario e incluir en la dieta alimentos ricos en vitamina C y E.